Andar vs. correr: cuál es mejor para tu cardio
Correr quema más calorías por minuto, pero andar puede ser igual de efectivo si se hace bien. La diferencia no está en la velocidad, sino en la constancia y el control del impacto.
El punto de partida
Durante años se ha pensado que correr es el mejor cardio posible, pero la ciencia lo matiza. Caminar, especialmente con una ligera inclinación, puede ofrecer beneficios similares para la salud y la composición corporal, con mucha menos carga sobre las articulaciones.
Ventajas de correr
Correr eleva rápidamente la frecuencia cardíaca, el consumo de oxígeno y el gasto calórico. Es ideal si tienes poco tiempo o buscas mejorar el rendimiento.
Sin embargo, también implica una fuerza de impacto de hasta tres veces el peso corporal, lo que aumenta el riesgo de molestias en rodillas y caderas si no se cuida la técnica o la progresión.
Ventajas de andar
Caminar permite mantener la intensidad adecuada durante más tiempo y con menos fatiga.
Una caminata de 30 a 45 minutos a 5–6 km/h con pendiente del 6–10 % activa el sistema cardiovascular, estimula la oxidación de grasa y mejora la resistencia sin sobrecargar articulaciones.
Además, es más fácil de sostener a diario y complementa perfectamente los entrenamientos de fuerza.
Impacto articular y biomecánica
Al andar en pendiente, las fuerzas sobre las rodillas y tendones disminuyen notablemente, mientras se mantiene un esfuerzo cardiovascular efectivo.
Los estudios demuestran que, a igual gasto calórico, andar y correr generan mejoras similares en salud cardiovascular y control del peso. La diferencia está en la sostenibilidad: casi cualquiera puede caminar cinco veces por semana sin molestias, pero no todos pueden correrlo.
Aplicaciones prácticas
Para recomposición corporal: andar en pendiente tras las sesiones de fuerza, 3–5 veces por semana.
Para salud general: caminar a diario en exterior o cinta, acumulando 40–60 minutos totales.
Para rendimiento: correr con técnica correcta, progresión suave y apoyo medio o antepié.
Conclusión
Correr exige más, andar dura más.
Si buscas mejorar tu forma física sin castigar el cuerpo, elige caminar con pendiente. Si quieres rendimiento y tienes buena técnica, corre.
En ambos casos, lo que marca la diferencia no es la velocidad, sino la constancia: el mejor cardio es aquel que puedes repetir mañana.